Ciudad de México | Agencias
Esta es una mala noticia para todas las economías vinculadas a este país. En el caso de México, se espera una agresiva alza de precios en el último trimestre del 2021, cuando se proyecta una inflación de 6.8%, así como para el primer trimestre del 2022, con un aumento de 6.3%, lo que implica el peor proceso inflacionario en 21 años para México.
Las preocupaciones por la inflación se han generalizado en todo el mundo. Esta preocupación ha sido la más importante para los mercados en los últimos meses, ya que los inversionistas y analistas buscan comprender si las cadenas de suministro y la escasez de mano de obra inducidas por la pandemia serán de corta duración o no, es decir, qué tan transitoria será la inflación. Esta semana veremos qué medidas toman los bancos centrales de Filipinas, Hungría, Indonesia, Islandia, Sudáfrica y Turquía.
Una de las pistas de que se avecina una tormenta inflacionaria es que las acciones de pequeña capitalización han tenido un desempeño mas fuerte que sus pares de gran capitalización, y lo es así porque estas empresas se convierten en un “refugio” para los inversionistas cuando comienza una ola de subida de precios.
Los inversionistas que buscan refugio de la inflación también han impulsado el precio del oro hasta un 4.8% este mes, colocando a este grupo a la cabeza de los 11 sectores del S&P 500. Otra de las señales de que se avecina una ola de inflación es que los índices bursátiles y las criptomonedas están alcanzando niveles récord. Bitcoin, por ejemplo, alcanzó un récord el martes pasado, cotizando a 68,525 dólares. Un poderoso impulsor de estos niveles récord en este tipo de activos es el efecto negativo que el aumento de la inflación tiene en el rendimiento de los bonos gubernamentales y, en general, en los activos de renta fija.
También, ante los riesgos de inflación, la especulación se acelera y los mercados ya están comenzando a apostar en contra del peso mexicano y a favor del dólar, por lo que se espera una sostenida depreciación del peso. Por tanto, es preciso prepararse para una elevada volatilidad en el tipo de cambio que necesitará, sin duda, una respuesta proporcional por parte del Banco de México (Banxico). Mientras tanto, el momento del cambio en la política monetaria está siendo liderado por las economías en desarrollo. Tal es el caso del Banco de México, qué ya ha incrementado la tasa de interés en 25 puntos base dejándola en 5%, y se espera algún incremento más hasta dejarla en 5.25% al final de 2021, La cuestión nodal es que, hasta ahora, los bancos centrales de los mercados desarrollados continúan afirmando que el aumento de la inflación será “transitorio”.
Los funcionarios de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo (BCE) rechazaron las expectativas del mercado de aumentos de las tasas de interés en las últimas semanas. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, también dijo a principios de este mes que es muy poco probable que su institución suba las tasas el próximo año.
Hay una pregunta valida: ¿es el cambio en la política monetaria necesario? La respuesta no es fácil, pero no se puede olvidar que los rendimientos reales han caído debido a factores en conflicto: Estos incluyen la tasa de inflación más alta en más de tres décadas combinada con los rendimientos de los bonos nominales que han aumentado sólo modestamente a medida que los bancos centrales se abstienen de subir las tasas de política monetaria.
En el caso de las economías en desarrollo, la perspectiva es mala, pues mientras en Estados Unidos la inflación viene acompañada de una potente reactivación económica, en el caso de México y otros emergentes, se tiene inflación y estancamiento económico. El jueves, cuando en México se publique el Indicador Oportuno de la Actividad Económica, se podrá confirmar si la economía se encuentra en una estanflación “transitoria”.
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