octubre 10, 2024

Diario en el Istmo

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LA DIÁSPORA COCEÍSTA

Por. Óscar Cruz López

La presente reflexión la hago en este espacio, gracias a la oportunidad que me brinda el editor del este medio, la escribo también con un espíritu autocritico. Considero oportuno hablar de este tema en los tiempos de cambio que vive el país y nuestro estado, especialmente en estas fechas en que estamos a pocos meses de cumplirse los 50 años del surgimiento del fenómeno político y social que representó el movimiento de la Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo.

Mis consideraciones podrán ser controvertidas, sin embargo, me permito la licencia de opinar sobre hechos de los que fui testigo privilegiado, debido a mi participación como uno más de los miembros de la dirección política de la COCEI, desde su origen hasta su extinción.

La dirigencia histórica de COCEI mantuvo una férrea unidad durante un período de veinte años. Aun cuando existieron diferencias entre sus dirigentes históricos, prácticamente desde su fundación en 1974, durante dos décadas los asuntos controvertidos se abordaron en forma directa en las distintas facetas que tuvo la instancia dirigente, lo mismo cuando se trató de asambleas de militantes en los inicios de la organización, que, una vez constituida la Comisión Política, instancia máxima de dirección que perduró desde mediados de los setentas, hasta su extinción a finales del siglo XX. De esta manera, siempre se cerró el paso a cualquier circunstancia que pudiera propiciar la más mínima división.

Durante el tiempo de referencia, el grado de compromiso en la lucha, aunado a la madurez e inteligencia de los dirigentes históricos, evitó que las diferencias de opinión fueran motivo de intrigas que pudieran representar una división en el órgano dirigente, que se tradujera en la ruptura del movimiento. También es cierto que, en esta etapa en la vida política de la COCEI, no se trataba de diferencias políticas, de una concepción distintas sobre el movimiento, de las estrategias a seguir o de intereses personales, los diferendos se circunscribían a aspectos de disciplina, incumplimiento de tareas y a lo sumo de acciones resultado de iniciativas personales que no consensadas previamente en la dirección.

También es cierto que la explosión del movimiento campesino y popular en el municipio de Juchitán y los pueblos de la región, trajo aparejada la confrontación con el estado y los adversarios locales, cuya necesidad de atender dejaba poco tiempo para disputas internas. Al asumir las tareas, cada uno de los lideres tomó posiciones en los sectores estratégicos del movimiento, pero fueron capaces a la vez de asumir el liderazgo en cualquiera de los frentes de lucha ya fueran de trabajadores, campesinos, estudiantiles o populares. La versatilidad de los líderes históricos capaces de abanderar los reclamos de cualquier sector, favoreció el afianzamiento de la organización y el fortalecimiento del movimiento transformador.

Ante la inexistencia de un documento que reglamentara la conducta de los integrantes de la dirección política de la COCEI, siempre fue el grado de compromiso y la responsabilidad en la lucha, además de las capacidades de solución de conflictos, lo que determinó la autoridad moral y política de los líderes.

Si bien el origen del movimiento juchiteco fue de carácter estudiantil y campesino, también es cierto que la lucha electoral por la democratización de la autoridad municipal estuvo presente desde un inicio, es así como en 1974, la naciente Coalición Campesina Estudiantil de Juchitán (CCEJ), incursiona en la lucha electoral municipal, con la intención de democratizar el ayuntamiento, convertido en una instancia de corrupción y abuso de poder.

A pesar de que en esa época el rígido sistema político electoral impedía la participación de candidatos independientes y se carecía de un padrón confiable, además no existían las credenciales de elector y se negaba la participación de representantes del candidato independiente en las mesas receptoras del voto, la joven dirigencia política de la COCEI, optó por lanzar la candidatura independiente de Héctor Sánchez López, desdeñando participar con las siglas del único desprestigiado partido de oposición que contaba con registro, el Partido Popular Socialista (PPS).

En los años setentas el PPS, había logrado erigirse en la región del istmo como un partido opositor al Revolucionario Institucional, obteniendo importantes triunfos en municipios como Salina Cruz, Juchitán, Santiago Niltrepec y Santo domingo Zanatepec, entre otros, sin embargo, para 1974 el PPS, había demostrado ser un partido mediatizador de las aspiraciones democráticas de los pueblos, asumiendo el papel de comparsa del partido oficial.

En 1974, la participación electoral de la Coalición Campesina Estudiantil de Juchitán, resultó exitosa, ya que le permitió conservar su reciente base social y evidenciar el papel de comparsa del PPS, que comete un error estratégico, al retirar a sus simpatizantes de la toma del palacio municipal, convenido con los jóvenes de la coalición en respuesta al fraude electoral. Al dejar solo a las bases campesinas de la coalición, provocó que esta acción fuera tomada como una traición de los líderes pepinosocialistas, lo que provocó el éxodo de los juchitecos simpatizantes del PPS, hacia la joven coalición.

Después de la primera participación en las elecciones municipales, la COCEI, tuvo en las sucesivas contiendas electorales, el acierto de elaborar una estrategia de participación en cada período, lo que le permitió en las elecciones municipales de 1981 convertirse en la primera organización de la izquierda mexicana en derrotar al PRI, en un municipio relevante como Juchitán.

Durante los años ochenta y la primera mitad de la década de los noventa, la COCEI llegó a convertirse en la organización social más importante en el país y el movimiento de izquierda más destacado del siglo XX, en el estado de Oaxaca, su lema “Luchando Unidos Venceremos” condensaba el contenido de la lucha social y política de esa época.

A pesar de la fortaleza que redituó al movimiento coceísta la participación electoral, paradójicamente fueron las contiendas electorales las que llevaría a la COCEI a enfrentar sucesivas crisis internas que terminaron por debilitarla. La exposición en los cíclicos procesos electorales y el acceso a través de las elecciones a los cargos políticos, provocaron el paulatino distanciamiento de los dirigentes de las demandas que siempre enarboló y de la dinámica de participación social, que dieron vigor al movimiento.

Fue así, con la astucia que les cauterizó en la lucha contra el gobierno y su partido, algunos líderes caceístas iniciaron en sigilo la construcción de sus propios cotos de poder, ahora tan necesarios para acceder a cargos de elección popular. Esta situación era una señal inequívoca de la división que poco más tarde alcanzaría a la otrora poderosa COCEI.

La primera señal de inconformidad se registró en 1994, durante la definición de la candidatura al senado de la república, la opinión de la Comisión Política se pronunció mayoritariamente a favor de Héctor Sánchez, sin embargo, otro destacado dirigente de la organización, seguro de poseer los méritos suficientes expresó su interés por el cargo, no obstante, la decisión final favoreció a Héctor Sánchez, a pesar de la inconformidad soterrada, el movimiento siguió actuando en forma unitaria.

En 1995, ya eran evidentes las diferencias entre los integrantes de la Dirección Política de la COCEI, para entonces se conjugaban varios factores, el crecimiento político de la figura de Héctor Sánchez, convertido en el poderoso Coordinador de los senadores del PRD, era visto con cierto malestar y celo por algunos líderes. Así mismo, el arribo a la dirección de la COCEI de dirigentes provenientes del movimiento magisterial de la naciente CNTE, que pusieron en juego no  las mejores prácticas sindicales del gremio, aunado la grandes expectativas de triunfo en la contienda contra el PRI, contribuyeron a que la sucesión para la presidencia municipal fuera inédita, para empezar algo nunca visto, se presentaron 6 aspirantes a la candidatura municipal, lo que obligó a organizar las primera contienda interna de la COCEI, con resultados que dejaron insatisfechos a una amplia porción de la base social. No obstante, en un esfuerzo unitario todos los liderazgos asumieron la campaña del candidato que se hizo del triunfo.

Para 1998, año de la elección para renovar el gobierno del estado, la figura política mejor posicionada de la izquierda era la del entonces senador Héctor Sánchez, en quien recayó la designación, siendo presidente del PRD, Andrés Manuel López Obrador. Por el PRI, después de chantajear a su partido con irse al PRD, emulando la reciente experiencia de Monreal en Zacatecas, si no le concedían la candidatura resultó nominado José Murat Cacab.

Como candidato y acorde a su espíritu corruptor, Murat estableció contacto con miembros prominentes de la campaña de Héctor Sánchez, aprovechando la cercanía por ser paisanos oriundos de su municipio, Ciudad Ixtepec,  a quienes “cooptó” para que se sumaran a su causa, estos personajes de la casa de campaña de Héctor Sánchez tenían la responsabilidad de organizar la estructura electoral (los funcionaros de casillas) y otros más eran los encargados de las relaciones políticas con diversos sectores de poder en la capital del estado.

A pesar de la abierta traición de destacados miembros de su equipo de campaña, de los cuales por cierto no todos pertenecían a la dirección política de la COCEI, Héctor Sánchez realizó una campaña que representó un parteaguas en la contienda política por la gubernatura del estado, por el alto número de votantes a su favor, sin embargo, la falta de vigilancia en cientos de casillas a lo largo y ancho del territorio oaxaqueño. aunado a la apatía con que algunos dirigentes políticos de la COCEI asumieron la campaña, no fue posible el triunfo del candidato opositor. Este episodio representaría un agravante más para la ruptura al interior de la COCEI.

 Como resultado de la elección Héctor Sánchez se posicionó como líder indiscutible de una enorme base social en las 8 regiones del estado de Oaxaca, incluyendo el Istmo de Tehuantepec y el emblemático municipio de Juchitán. Es entonces ya como gobernador que José Murat, pone en práctica el plan de destruir al líder opositor que denunciaba fraude electoral y se negó a reconocerlo como gobernador, para lo cual se dedica a profundizar la división al interior de la COCEI.

Con el argumento de que “más vale ser cabeza de ratón y no cola de león” en abierta alusión a rebelarse contra el liderazgo de Héctor Sánchez, Murat, promovió la diáspora, dentro de la COCEI, después de la cual resultaron tantas expresiones políticas, como líderes contaba la comisión política, si bien es cierto que algunos dirigentes no cayeron en las redes del muratismo, ese resultó en un periodo de buena gestión para quienes aceptaron el trato con el gobernador y formaron sus expresiones políticas al interior de la otrora poderosa organización istmeña.

Durante su gobierno, Murat se solazaba de haber destruido la unidad en la COCEI, fiel a su perversa forma de hacer política, es conocida la manera en que manipulaba las audiencias que concedía a los líderes, ya que mientras en una oficina recibía a uno, en las salas contiguas mantenía en espera a otros líderes, exhibiendo y burlándose de unos y otros.

La perversidad del gobernador llegó a tal grado que fue quien promovió una intensa campaña de desprestigio de los líderes de la COCEI, mientras que afilaba los ataques contra su enemigo declarado, Héctor Sánchez, propalaba rumores y pagaba periodistas para desprestigiar a los demás líderes con acusaciones que aún hoy repiten propios y extraños.

Un nuevo hecho inaudito que contribuyo al descalabro de la COCEI, fue la participación de los lideres de la COCEI en el proceso de renovación del Comité Ejecutivo Estatal del PRD EN 1998, con la finalidad de que la propuesta con mayor posibilidades no triunfara por simpatizar con Héctor Sánchez, por instrucciones de Murat algunos dirigentes coceistas  se registraron  en otras dos planillas dividiendo el voto de la COCEI en tres planillas, el resultado fue el triunfo de un presidente y un secretario estatal del PRD, no solamente ajenos, sino opuestos a la COCEI, quienes en las elecciones presidenciales del 2000, públicamente llamaron a votar por Vicente Fox y el PAN.

Ciertamente han sido muchos los agravios que en la práctica hacen imposible la reunificación del movimiento que un día fue ejemplo de unidad.

  No obstante, lo anterior responsabilizar a un gobernante de la profunda división de la COCEI, en la actualidad, resultaría poco exacto. Por mucha perversidad que identifique a un gobernante, debe tomarse en cuenta en primer lugar las conductas de los dirigentes que permitieron llevar las cosas hasta donde se encuentran. Esta situación cobra mayor relevancia en estos tiempos de cambios democráticos en el estado de Oaxaca, cambio al que contribuyeron con sus esfuerzos y sacrificios el pasado, hoy solo constituyen una presencia testimonial. En los tiempos actuales, cuando por fin se alcanza el anhelo de un gobierno surgido del pueblo y para beneficio del pueblo, los líderes caceístas, solo son convidados de piedra, viajeros de una nave cuyo destino suponen, pero desconocen.

Estas reflexiones solo tienen la intención de rememorar sobre lo que fuimos y somos hoy en día, existe la conciencia de que el pragmatismo que identifica a algunos liderazgos significa que sus horizontes son otros, distintos a los que genuinamente lucharon por la democracia y la justicia.

Ojalá que estas reflexiones contribuyan a recordar la vigencia de la dignidad y la entereza de quienes, a pesar del tiempo implacable, aún conservan la chispa de la inteligencia y la rebeldía que por muchos años “incendió la pradera” de la lucha democrática en nuestro estado y en nuestro país.

OCTUBRE DE 2023