diciembre 23, 2024

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Don Chencho Márquez.

SANTA MARÍA JALAPA DEL MARQUÉS.-

Mtro. Enoc González Chávez.

En el barrio Juárez, en Jalapa del Marqués, Oaxaca y muchos lugares se extraña la presencia de Don Cresencio Márquez, Don “Chencho” como lo conocía y nombraba la mayoría de la gente, perteneció a ese selecto grupo de seres que, sin querer, sin proponérselo, se vuelven casi indispensables, parte decorativa del paisaje, pieza clave en el engranaje de un microsistema.

Don Chencho un hombre prolífico pues procreó junto a su esposa doña Silvia Mendoza García, tan sólo 15 hijos, nació en Santa María Jalapa del Marqués, en “Jalapa Viejo” como solemos decir acá en nuestra tierra, un 16 de septiembre de 1940.

Extinguiéndose su presencia física un 12 de abril del año 2021… materialmente desapareció  “Don Chencho” pero dejó una densa estela de grandes y memorables recuerdos.

Decimos que fue casi indispensable, porque mucha gente lo buscaba solicitando sus importantes servicios y él siempre se multiplicaba tratando de servir a todos.

Fue campesino de toda la vida, pero también fue albañil, edificó importantes casas, “que hasta la fecha” –como dice orgullosamente su esposa doña Silvia, se encuentran en pie.

Fue labrador y una especie de carpintero, pues con sus propias manos y herramientas fabricaba arados de carreta, yugo para los animales de tiro, canoas,  mangos de cuchillos, de  machetes, elaboraba y reparaba  los cabos de las hachas, etc.

El sector campesino local y de pueblos circunvecinos solicitaban con frecuencia sus servicios para brindarle mantenimiento a las ruedas de las carretas, aparte fue CURANDERO, conocía los secretos de la herbolaria tradicional, nos cuenta su esposa:

-Se iba todo un día al cerro a traer sus yerbas curativas (bejucos, canahuales, cordoncillos, cáscara de huachanalá, etc) y con ellas preparaba: pomadas, jarabes, ungüentos, la famosa QUINA para curar todo tipo de dolores y controlar las fiebres).

Allá en los primeros años del “Jalapa Nuevo”, ante la precaria presencia de médicos certificados, Don Chencho la hizo de PARTERO, no siendo pocas las mujeres que recibieron el auxilio de sus experimentadas manos. Hombre muy servicial, que siempre estaba dispuesto a levantarse a horas de la madrugada para apoyar a sus vecinos o a quien solicitara sus conocimientos.

Otra faceta que distinguió la vida de Don Cresencio Márquez, fue su amor por las costumbres y tardiciones de su pueblo, infaltable en las regadas de frutas, el paseo de las flores, las cabalgatas, que han sido parte artística de las principales fiestas de Santa María Jalpa del Marqués, Oaxaca.

Padrino de carretas en las fiestas del 20 de enero, con Santo Domingo de Guzmán, la Virgen Asunción de María, La Santa Cruz, la Virgen del Rosario y todo tipo de mayordomías, ahí entre la muchedumbre, infatigable, aparentemente sereno, destacaba la diminuta y a la vez gigantesca figura de Don Chencho Márquez.

Hombre de fe, durante mucho tiempo fue encargado de la Iglesia Central “Asunción de María”, en donde junto a otras personas amplió sus conocimientos en la preparación de medicamentos, gracias a la capacitación que recibieron de un grupo de monjas misioneras en los tiempos del párroco Francisco Arturo Herrera González.

Hombre de acción, atrevido, no dudó en aceptar junto a su inseparable esposa Doña Silvia, la invitación en varias ocasiones a los Estados Unidos, paseó su humanidad en los icónicos lugares de San Francisco, los Ángeles California y condados vecinos, conoció a sus nietos México-Americanos,  sus nueras y con responsable frecuencia siempre estuvo al pendiente de esos tres retoños de su tupida pradera, (sus hijos en Estados Unidos: Moisés, Cresencio y Francisca).

Se marchó el hombre alegre, el vecino de todos, el infaltable en las “TiradaS”, el del paseo de las flores, el padrino de carretas, marchó a los 80 años de edad, problemas broncorespiratorios, según su esposa, de tanta exposición al humo en sus años mozos.

Durante mucho tiempo, en una de las principales bardas periféricas de la Iglesia Central, lució una pintura alegórica en honor a Don Chencho, en ella aparecía con una vara en la mano, su típico sombrero de campesino, el paliacate rojo festivo y de sus generosas manos se escapaban: dulces, confetis, estrellas, cometas y todo tipo de sortilegios.

Se fue Don Chencho Márquez, pero se quedó dormido entre nuestros recuerdos.

PD. Agradecimientos a la esposa de Don Chencho Márquez, Doña Silvia, por los datos proporcionados y a sus hijos que tanto lo extrañan también.