octubre 11, 2024

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Las “Gobagueras” de Jalapa del Marqués

PD. Saludos a todas las gobagueras aún vivas y no vivas de Jalapa del Marqués, Oaxaca y del mundo entero. Gracias por compartirnos esta importante lección.

JALAPA DEL MARQUÉZ.-

Mtro. Enoc González Chávez.

En uno de estos frescos atardeceres, consecuencia de las Tormentas Invernales que nos llegan mayormente en esta temporada decembrina a través del Golfo de Tehuantepe, surgió en reunión familiar, allá en casa de mis suegros, el tema de los recuerdos, de las evocaciones, de cómo era la vida allá en aquel “Jalapa Viejo” que quedó sepultado por las aguas de la presa “Presidente Benito Juárez”, “era verde” -decían, “era productivo”, “todo era más tranquilo”, ”había respeto”, ”la gente era muy buena”.

En fin, una serie de epítetos, de calificativos y una interminable cadena de suspiros de aquellos que les tocó nacer en aquel presunto  paraíso y les tocó vivir el Calvario de aquel obligado éxodo un 5 de mayo de 1961.

Entre sorbo y sorbo de café y un “pan compuesto” de la Panadería July,  se deslizó aquel tema, tímido al principio, apasionante después.

-¿Te acuerdas de las “Gobagueras?-expresó mi suegra-, dirigiéndose a mi suegro.

Hubo en aquel Jalapa, comenzó a narrar mi suegra, mucha gente adinerada, que tenía mucho ganado, muchos peones y gran cantidad de tierras cultivables, eran aquellas familias que con sus grandes cosechas, surtían a los Mayoristas-acaparadores que entraban durante todo el año a surtirse de maíz, frijol, ajonjolí y frutas tropicales, pero también existían familias de escasos recursos económicos, que incluso no contaban con terrenos propios de cultivo o bien mujeres viudas o solteras que ante las urgentes necesidades se dedicaban al oficio del GOBAGUEO, eran ellas, mujeres jóvenes, de carácter, mujeres fuertes que impulsadas por la falta de empleo, por la falta de oportunidades, se dedicaban a gobaguear.

-“Yo fui gobaguera”, a mucha honra lo digo y no me causa pena reconocer que con muchos esfuerzos logré salir adelante. Expresó mi suegra.

Cabe aclarar que la Real Academia de la Lengua Española no contempla este vocablo, posiblemente de raíces zapotecas, esta palabra tenga un especial significado.

En aquel Jalapa próspero, ebuyente de los años 40s, 50s y de los  60s, que contaba con dos cines, tres autobuses de pasaje, acaudaladas tiendas comerciales, orquestas musicales, el mismo lugar  donde un día de abril en la década de los cincuentas, se quedara atrapado por las torrenciales lluvias y el caudaloso río el Circo “Pascualillo Hermanos”.

Había un grupo de mujeres gobagueras, que tal parece que ya estaban “espiando ”en qué momento comenzaba la “pizca” del maíz, o el corte del frijol o ajonjolí, llegaban de pronto, justo en el preciso momento.

-“Ni como decirles que no”, encabezadas por la tía Justa Sánchez, señora entrada en años, llegaban aproximadamente ocho mujeres que se dedicaban a “levantar” aquellas mazorcas, aquellas vainas, aquellos racimos que los cortadores por la natural prisa iban dejando, ”no quedaba ni un maíz, ni un frijol, ajonjolí o lo que fuera en pie.

-Literalmente “barrían con todo”.

Había propietarios de terrenos muy nobles, muy generosos, que daban su consentimiento para que aparte de los granos pepenados, estas humildes mujeres levantaran los frutos caídos, reposantes bajo los frondosos árboles de mango, chicozapote, jicacos, mamey, caña, platanares, hasta cocos que por los efectos del viento yacían sobre aquellas abonadas parcelas.

En aquellos terrenos ricos en limus, húmedos por la circunstancial presencia de aquellos dos ríos que rodeaban prácticamente a Jalapa del Marqués, había calabacitas, tomate silvestre, ejote… “ni eso perdonaban” –comenta mi suegro.

-Como en todo, siempre ha existido la codicia humana y había gobagueras que no conforme con los frutos que yacían en el suelo, cortaban lo que estaba en pie.

-“Ni los lirios se escapaban cuenta Don Carlos Escobar Altamirano”

El padre de mi suegro, Don Saúl Escobar, era de aquellos señores que contaban con una gran extensión de terrenos, muy cerca había permanentemente una zanja de agua, donde los blancos lirios danzaban al compás del viento, de aromática esencia y por la blancura de su ser, aquella zanja resultaba todo un espectáculo para los ojos y una delicia para el olfato.

-Muy temprano cuando nosotros llegábamos, ¡¡cruel decepción ¡!, ¡¡no había ni uno, ni tan solo uno!!… -“Las gobagueras ya se nos habían adelantado”.

-“Nos metíamos a la zanja y cortábamos aquellos lirios con los que elaborábamos ramitos que enseguida salíamos a ofrecer casa por casa” –expresó mi suegra.

-Lo gobagueado servía para comer en casa y cuando había mucho, también lo vendían con Don Andrés Estudillo Lozano por kilos, ”también nos compraba lo gobagueado Doña Fausta, esposa del señor Víctor Mendoza, doña Zenobia y doña Victoria”, no dice la tía Gilberta González Sánchez, quien también formó parte de ese selecto grupo de mujeres.

-“Con el dinero de la gobagueada comprábamos dulces y servía para que entráramos al cine” –nos ilustra doña Lucila Villalobos García.

Las gobagueras no solamente operaban en los terrenos de cultivo, llegaban también en donde se estaba “aporreando” y sacudiendo el maíz, frijol o el ajonjolí,  los granos que iban cayendo fuera del área conocida, eran levantados inmediatamente por las susodichas.

-No todas las personas recibían con agrado sus visitas, sin embargo otros; la inmensa mayoría, las comprendían por su nivel de necesidad y consentían que ellas pusieran en práctica su noble oficio.

Hoy a la distancia, con un dejo de nostalgia y una dosis de picardía, mi suegra  nos dice: “caíamos como plaga, barríamos con todo”….

Benditas aquellas parcelas, benditos aquellos hombres, aquellas familias que comprendiendo la NECESIDAD DE LAS GOBAGUERAS, les obsequiaban parte del esfuerzo de su trabajo, hubo Generosidad, existió Solidaridad, Amor hacia la especie humana y eso que  no existían grandes Universidades…

-Entre sorbo y sorbo de café, mientras la temperatura descendía y el “pan compuesto” de la Panadería July también, fuimos; hijos, nueras, yernos y nietos construyendo imaginariamente aquella historia de Amor, de Sacrificio y Heroísmo de los dueños de esta casa y de muchas familias Jalapanecas que quizás nunca lleguemos a conocer.

De lo que sí quedamos convencidos, es que nada es imposible y que cuando el ser humano se lo propone y lucha, tarde o temprano alcanza su objetivo.

Recuerda: De todas las cosas que llevas puestas, tu actitud es la más importante.